Entre montañas verdes y un cielo que se refleja en aguas tranquilas, Guatapé se erige como uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Antioquia. Sin embargo, pocos saben que bajo el resplandor de su represa yace una historia profunda, casi mística: el antiguo pueblo de El Peñol, que fue sepultado por el agua para dar paso a uno de los proyectos hidroeléctricos más ambiciosos del país.
Fue en la década de 1970 cuando las Empresas Públicas de Medellín (EPM) emprendieron la construcción del complejo hidroeléctrico que transformaría la geografía del oriente antioqueño. La represa no solo dio origen a una fuente de energía vital para Colombia, sino también a un atractivo turístico que hoy atrae a miles de visitantes cada año. Lo más impactante de este paisaje artificial no es solo su belleza natural, sino su carga simbólica. Aún hoy, en épocas de sequía o cuando el nivel del agua lo permite, es posible observar la punta de la cúpula de la antigua iglesia del pueblo de El Peñol. Esta imagen, casi fantasmagórica, se ha convertido en un ícono del lugar, recordándonos que bajo la modernidad de la represa reposa la memoria de cientos de familias que fueron reubicadas, pero que no olvidan su origen.
Esta mezcla de nostalgia e innovación convierte a la represa en un sitio ideal para explorar con todos los sentidos El entorno natural que rodea la represa ofrece un contraste fascinante: mientras el agua refleja calma y profundidad, los cerros, senderos y bosques que la circundan invitan al movimiento y la exploración. Las actividades al aire libre como el senderismo, el montañismo y los recorridos ecológicos permiten descubrir una biodiversidad sorprendente y vivir una conexión más íntima con la tierra.
Para quienes buscan una experiencia más pausada, también hay tours guiados en lanchas donde se narran las historias del antiguo pueblo, sus habitantes y el impacto que tuvo el megaproyecto hidroeléctrico en sus vidas. Estos relatos, contados por lugareños o guías expertos, enriquecen el paseo y brindan una mirada humana y profunda sobre el territorio.
El Malecón
Un elemento imprescindible para disfrutar de la represa es el Malecón de Guatapé, un paseo peatonal de aproximadamente 900 metros que bordea el embalse. Aquí es donde comienza la acción. Desde este punto parten la mayoría de embarcaciones, veleros, lanchas turísticas y motos acuáticas que surcan el embalse. Además, es el lugar ideal para alquilar un kayak, vivir la adrenalina del “canopy” o simplemente tomarse un respiro mientras se observa el paisaje.
El Malecón también es perfecto para quienes prefieren el turismo tranquilo. A lo largo del recorrido se pueden encontrar puestos de artesanías, locales con gastronomía típica como las famosas arepas de chócolo o los buñuelos gigantes, cafés con vista al agua y espacios para sentarse a ver la vida pasar. La energía del lugar es vibrante, siempre hay música, color y sonrisas. Es un punto de encuentro entre visitantes y locales, entre naturaleza y cultura.
La represa de Guatapé no es solo un cuerpo de agua. Es un territorio cargado de historia, un espacio para el deporte y la aventura, y un refugio de paz donde se puede meditar frente al atardecer. La mezcla entre lo natural y lo construido, entre la memoria y la modernidad, le da un carácter único que la convierte en parada obligatoria en cualquier viaje al oriente antioqueño.
Sea cual sea tu motivación para visitar Guatapé aventura, historia, descanso o fotografía, la represa y su Malecón te esperan con los brazos abiertos y con mil formas distintas de asombrarte.